Enfermedades respiratorias en niños: una guía para padres preocupados

Enfermedades respiratorias en niños: una guía para padres preocupados

Se suele decir que el camino de ser padres y madres implica graduarnos de muchas cosas, lo cual es completamente cierto. Uno de los principales desafíos es convertirnos en médicos para entender y cuidar de mejor forma la salud de nuestros pequeños.

Seguramente, esta inquietud que tenemos como padres ha sido agudizada tras la reciente pandemia del Covid-19, acrecentándose nuestro temor de no exponer innecesariamente a los niños a enfermedades respiratorias.

La situación nacional tampoco contribuye mucho a transmitirnos calma, puesto que los noticiarios y las autoridades sanitarias han sido enfáticos en señalar que los últimos dos años hemos tenido una circulación crítica de virus respiratorios.


Aquel periodo que conocíamos como “campaña de invierno” ha tendido a tener un comportamiento bastante atípico a lo que estábamos acostumbrados antes de la pandemia. Basta recordar el brote de influenza del año pasado casi en pleno verano o el peak histórico que alcanzamos de virus respiratorio sincicial (VRS) en mayo de este año.

Naturalmente, a todos se nos viene a la mente la misma pregunta ¿Por qué está pasando esto? Y más importante aún, ¿Qué puedo hacer para cuidar a mis hijos?

Recientemente, algunos expertos se han aventurado con una posible explicación: plantean que esta situación se debería a la pérdida de memoria inmunológica de la población más pequeña. Detengámonos un minuto en este punto y tengamos una pequeña clase de inmunidad para entender mejor todo esto.

El sistema inmune, los tipos de inmunidad y la memoria inmunológica

Es muy probable que todos recordemos la definición que aprendimos en el colegio del sistema inmune, es decir, el conjunto de células y moléculas responsables de la defensa del cuerpo contra los microorganismos infecciosos y otros patógenos que puedan causar enfermedades en nuestro cuerpo.

Lo que quizás no recordemos es que existen dos tipos de respuestas inmunitarias que trabajan coordinadamente para defender al cuerpo, nos referimos a la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa.

Veamos qué hace cada una:

Inmunidad innata 

  • Es la primera línea de defensa del organismo contra los microorganismos invasores. Actúa de forma rápida y se activa en las primeras horas o días después de que ocurre una infección. 
  • La inmunidad innata no es específica para un patógeno particular y no se ve afectada por exposiciones previas al mismo agente, es decir, actúa siempre de igual forma y no “aprende” de contagios anteriores. 
  • Sus mecanismos incluyen barreras físicas como la piel y las mucosas, células especializadas que eliminan los patógenos, así como la producción de sustancias antimicrobianas.

Inmunidad adaptativa 

  • Es una respuesta inmunitaria más sofisticada que se desarrolla y adapta a cada patógeno. Esta forma de inmunidad se produce en respuesta a la exposición a un microorganismo infeccioso y se va perfeccionando con cada nueva exposición al mismo patógeno. 
  • La inmunidad adaptativa involucra a los linfocitos B y los linfocitos T, que son células especializadas en reconocer y atacar específicamente al patógeno invasor.

En palabras simples, la inmunidad innata ofrece una protección inmediata y general contra los microorganismos, mientras que la inmunidad adaptativa se ajusta específicamente a cada patógeno, proporcionando una protección más específica y duradera a medida que se produce una memoria inmunitaria.

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Entonces, la memoria inmunológica es la capacidad que tiene nuestro sistema inmune de proteger cada vez mejor a nuestro cuerpo si se enfrenta a un patógeno con el que ya ha tenido contacto anteriormente.

El impacto del aislamiento en la inmunidad de los niños

Precisamente, algunos expertos han planteado que el aislamiento prolongado, que se estableció como medida en gran parte del mundo para contener los efectos de la pandemia de COVID-19, podría tener impacto en el desarrollo inmunológico de los niños.

Especialmente, en lo que respecta a la falta “entrenamiento” de la inmunidad adaptativa de los más pequeños, quienes tuvieron tanto una reducida exposición al ambiente natural como bajos niveles de contacto con otros seres humanos durante el periodo de pandemia.

Ahora bien, los adultos también tuvieron que mantenerse aislados durante la pandemia. Sin embargo, para los adultos un periodo de aislamiento no tiene un impacto tan significativo en sus sistemas inmunológicos, puesto que estos ya se encuentran madurados al haber estado expuestos a una amplia variedad de patógenos a lo largo de sus vidas.

Mientras que ese mismo aislamiento en los niños tiene mayores implicancias, ya que una etapa crucial de su desarrollo inmunológico se ve interrumpida.

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La inmunidad adaptativa se desarrolla a lo largo de la vida y se va fortaleciendo a medida que interactúa con diferentes patógenos. Por lo mismo, la exposición temprana a diversos microorganismos, como ocurre cuando los niños en contacto entre sí en guarderías o jardines infantiles, es esencial para que los más pequeños desarrollen una inmunidad más robusta.

Mantener la calma y tomar decisiones informadas

A luz de esta información podría resultar más entendible el comportamiento extraño que durante los últimos dos años hemos podido apreciar de la circulación de virus respiratorios en el país.

Como veníamos señalando, las medidas de aislamiento provocaron que las nuevas generaciones durante la pandemia no tuvieran contacto con los virus respiratorios que, tradicionalmente, circulan durante el de invierno, por lo que todo este grupo de niños no generó la memoria inmunológica frente a dichos virus y, por ende, tampoco una respuesta de inmunidad adaptativa.

La consecuencia de esta "interrupción" en el desarrollo inmunológica de los más pequeños provocó que una vez se retornó a la normalidad, y empezaron a interactuar entre ellos en jardines y colegios, muy pocos niños tenían inmunidad frente a los virus respiratorios, provocando que las cadenas de contagios se prolongaran descontroladamente hasta alcanzar los recientes peaks históricos de positividad de sincicial e influenza.

Si bien esta información puede parecer alarmante, el objetivo de este artículo es hacer un llamado a la calma (lo que no es fácil cuando se trata de la salud de nuestros hijos).

Si miramos el dato histórico de atenciones de urgencia proveído por el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), podemos notar que los niños en edad preescolar (entre 1 y 4 años) siempre han tendido a contagiarse de enfermedades respiratorias (ver gráfico 1).

Esto se debe a que los niños se encuentran en un periodo en que sus sistemas inmunes se están desarrollando y no porque los virus respiratorios se comporten más agresivamente. Justamente por eso es que si bien existe un mayor número de contagios infantiles, no se aprecia aumento crítico de atenciones de urgencia por causas respiratorias.

gráfico 1

Ahora bien, asumir que nuestros hijos enfermarán más durante sus primeros años de vida al exponerse al entorno y seres humanos que los rodean no implica que debamos desatender completamente el contexto sanitario.

Sí, debemos mantener cierta calma frente a la inevitabilidad de que los niños se contagien de vez en cuando, pero también debemos aprender a tomar decisiones informadas para protegerlos.


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Debemos estar atentos a resguardar a los niños y niñas en aquellos momentos en que exista una alta circulación y carga viral de virus respiratorios, puesto que la capacidad de los centros asistenciales podría encontrarse sobrepasada y es nuestra responsabilidad aligerar esa demanda dentro de lo posible, así como también cooperar con las campañas de vacunación que son un importante apoyo para el desarrollo de memoria inmunológica en la población.

Es importante señalar que esta actitud de calma informada debe adoptarse frente a enfermedades con cuadros clínicos ya conocidos por los equipos médicos como es el caso de aquellas producidas por los virus respiratorios más comunes.

La situación de brotes desconocidos como fue con el COVID-19 representa un escenario completamente distinto frente al cual se debe adoptar una actitud preventiva más drástica.